Dimitir de superpotencia

Hay un folclore inevitable en las elecciones de Estados Unidos que gira en torno a las consecuencias globales de unos comicios locales. En 2020, este circo se ve más exacerbado por las circunstancias extremas que nos acompañan a todos y por el histrionismo del candidato republicano. Pero más allá de esta coyuntura se extiende una realidad que supera a los resultados mismos de las elecciones. Estados Unidos quiere tomarse un descanso de su liderazgo global y pensar más en el mercado doméstico.

Esta realidad no es nueva. El American First es una proclama aislacionista de 1920 que defendía la neutralidad de los EE.UU. en las guerras europeas. Y el Make American Great Again es el lema de campaña de Ronald Reagan en 1980. Conclusión: la guerra fría es más causa que consecuencia en el liderazgo mundial americano. La guerra contra el terrorismo desarrollada desde septiembre de 2001 no alcanza a suplir a la gran contienda entre el bloque capitalista y el comunista que define la segunda mitad del siglo XX.

Esta realidad no se confiesa abiertamente porque ni republicanos ni demócratas quieren verbalizar lo que se conoce como retirada táctica y que viene siendo en el lenguaje común una derrota o un fracaso. Es obvio que los problemas domésticos de los EE.UU. son acuciantes en el plano social (convivencia de minorías), en el económico (creciente desigualdad y pobreza) y en el político (corrientes populistas amenazan la estructura tradicional de los partidos). Y la paradoja estriba en que el rol de líder mundial ha servido durante décadas para solapar estos problemas. ¿Cómo se va satisfacer ahora el imaginario colectivo de quienes sostienen vivir en el mejor país del mundo con un imperio en retirada?

Disipada la niebla provocada por la pólvora electoral americana, aparecerá un horizonte donde, gane quien gane, se estará consolidando la posición global de China. Para los que hemos tenido la ventaja secular de nacer en el mundo del hombre blanco occidental es una situación nueva. En condiciones normales diría que es una oportunidad de oro para la Unión Europea en la redefinición de liderazgos globales, pero hace meses que abandonamos la normalidad y nada indica que lo hiciéramos para mejor. Estados Unidos se repliega, China ocupa más espacio y Europa se lacera con sus minifundismos.

Xurxo Torres

Director General