deporte

Deporte y labor heroicos

Según datos del Consejo Superior de Deportes (CSD), en 2022, se registraron 15.266 licencias federadas vinculadas a la práctica de remo, 2.956 en Galicia.

A pesar de que siempre ha sido un deporte con mayor predominancia de equipos masculinos, hace dos años, el 40,3% de las licencias ya se encontraban en manos de mujeres.

La fotografía nacional no es más que el reflejo del trabajo y esfuerzo de pequeñas asociaciones deportivas repartidas por todo el territorio, con especial peso en la costa que recorre las comunidades de Galicia, Asturias, Cantabria y País Vasco. En estas regiones el remo está fundamentalmente arraigado en la modalidad de banco fijo -donde el asiento del remero es una tabla fija, anclada al barco- debido, en gran parte, a su tradición histórica y vinculación con la actividad pesquera.

A todos los deportes se les presupone esfuerzo, constancia y sacrificio, pero en el caso del remo, hay algo de heroico en esas competiciones y en esos entrenos marcados por las condiciones climáticas y las del propio mar, el terreno de juego que define el devenir de las embarcaciones.

Pero todavía es más heroico si cabe estar al frente de un modesto Club como el Club de Remo Chapela, una entidad creada hace ya 40 años en una localidad que siempre ha vivido por y cara el mar.

En 1984, un grupo de vecinos del municipio crearon esta asociación deportiva dando respuesta a la demanda de unos chavales y dejando sin saberlo un gran legado con un deporte de proximidad que transmite importantes valores.

Pues bien, la mitad de esos 40 años son los que Julio Prado, su presidente hasta hace unos días, lleva vinculado al Club. Una figura con gran peso en el ámbito administrativo y deportivo, pero también en el personal, ya que en una asociación deportiva modesta hay que ser todo un experto en resolver problemas y también tener mucha humanidad para hacer frente a las diferentes sensibilidades y situaciones personales de los deportistas.

Abordar arreglos en las instalaciones, buscar financiación y ayudas públicas, reforzar las categorías base y sumar a sus filas a cualquier joven que quiera formar parte del Club independientemente de cuestiones económicas o logísticas de las familias. Esta labor oculta, pero a la vez épica, es la que le ha hecho merecedor del mejor de los homenajes en su jubilación por parte de su gente y los vecinos de Chapela.

Muchas veces se rema también desde tierra y en esto Julio es todo un experto, por lo que podemos decir que siempre nos tendrá entre su tripulación.

Torres y Carrera