Mala conciencia

Es una compañera fiel, pero incómoda. No hay forma de acallarla. Hay trucos. Hay tratos. Y al final, hagas lo que hagas, siempre reaparece con la estoica soberbia de quien siempre tiene razón. La conciencia es un incordio necesario, un exabrupto poético, una sabia necedad.

Y ahora nos toca vivirla llena de razón con sus atronadores cañonazos del ya te lo dije. Y es cierto: siempre lo dice todo: no gastes más de lo que tienes, no pienses en el hoy como si no hubiese un mañana, no hagas a los demás lo que ni te gustaría que te hicieran a ti, no llores con lágrimas vanas lo que tú mismo has provocado… Lo dicho, un verdadero coñazo.

Pero sigue ahí, ampliando nuestro perímetro de culpa: el individual y el colectivo. Y nos hace dormir mal por el calor que es el síntoma de algo más serio, por el estrés que es la punta de lanza de algo más profundo, por el futuro incierto que es una evolución inevitable hacia el fin último. A ver, definitivamente: la conciencia no es la alegría de la huerta, pero es quien vela por ella, quien la cuida, quien la riega, quien lucha por su porvenir.

Por eso en TYC vamos a dedicarle un momento de atención durante el mes de agosto. Un mes donde los biorritmos bajan en la gran ciudad: poco tráfico, mucho aparcamiento, andar pausado y a la sombra… en fin entorno para pensar sin volverse loco tampoco. Durante las próximas cuatro semanas ahondaremos en las claves de nuestra mala conciencia: con datos, con opiniones, con conocimiento. Haremos mapas de lo que ya conocemos y nos empeñamos en ocultar, verdades como puños que se irán acallando a medida que la vuelta al cole se vuelva a imponer. Da igual. No agitamos para ganar. #WildThink. Nos complace el simple hecho de rescatar a la maltrecha verdad de tanto en tanto. Aunque tenga que ser a costa de enfrentándonos a nuestra #MalaConciencia

Xurxo Torres

Consejero Delegado