No fate
Cuando se habla de ceros y unos no hay lugar para la casualidad. ¿Es ciencia exacta el código binario ? En la vida real hay muchas casualidades, pero no todo es coincidencia.
En 1968 el cineasta Stanley Kubrick estrenó su película, hito de la ciencia ficción, 2001 Space Odyssey. En 2001 el director de cine Steven Spielberg estrenó A.I. -Artificial Inteligence-. ¿Coincidencia? No.
Curiosidades cinéfilas aparte (que son muchas), ambos filmes, basado el primero en el cuento “El Centinela” (1948) del escritor Arthur C. Clarke y el segundo en el cuento ‘Supertoys Last All Summer Long’ (1969) de Brian Aldis, son fruto, entre otras cosas, de la conexión de estas cuatro personas (Kubrick, Spielberg, Clarke y Aldis) y ambas películas abordan, desde puntos de vista muy diferentes, la implicación y consecuencias de la Inteligencia Artificial en la vida de los seres humanos.
Así, la película de Spielberg afronta cuestiones morales relacionadas con los sentimientos (reales o no) de un ente inhumano enmarcado en la figura del niño-robot David, sustituto del hijo real enfermo, y capaz de reproducir los comportamientos humanos hasta el punto de parecer un niño real. Pero ¿es David capaz de amar o solo es capaz de imitar este comportamiento humano?
Por su parte, la obra de Kubrick aborda la autodeterminación de Hal 9000 (Heuristically Programmed Algorithmic Computer) una computadora que, por su característica heurística, es capaz de simular el pensamiento humano. Sin embargo, no deja de ser un ordenador diseñado para cumplir con los planes establecidos.
David y Hal, existen, pero no piensan, están programados. Ejecutan en el marco de los ceros y los unos. Su programación les permite adquirir conocimiento, escuchar, decidir y actuar, pero la exactitud de la matemática de su lenguaje de programación les deja indiferentes a los matices. David amará de forma incondicional para siempre. Hal tomará las decisiones necesarias para el éxito de la misión, no matter what. Si hay fallo, el error será humano. Los grises se escapan y solo queda el blanco y negro.
Inteligencia artificial de ciencia real
Volviendo a la realidad que, como suele decirse, muchas veces supera a la ficción. La IA aplicada a creaciones como David y Hal sigue siendo ciencia-ficción y parece que, gracias a que todavía los programadores no han sido capaces de desarrollar la capacidad de razonamiento abstracto, que nos caracteriza como seres humanos, de momento seguimos siendo imprescindibles en muchos aspectos. De momento.
Quizá imbuidos en parte de este temor de volvernos prescindibles (y seguramente también por intereses económicos), un grupo de expertos en inteligencia artificial y ejecutivos tecnológicos, entre los que se encuentran Elon Musk, Steve Wozniak (cofundador de Apple) y expertos en aprendizaje automático como Yoshua Bengio y Stuart Russel han firmado, junto a otros 1.000 profesionales, una carta abierta (marzo 2023) en la que piden una pausa en el desarrollo de los sistemas de IA avanzada hasta que se pongan en marcha, entre otras cuestiones, protocolos y medidas que garanticen aspectos tan importantes como la seguridad, que supongan un paso atrás en la peligrosa carrera hacia modelos de caja negra impredecibles y que cuenten con autoridades reguladoras y sistemas de gobernanza sólidos, además de crearse instituciones dotadas de los recursos necesarios para hacer frente a las «dramáticas» perturbaciones económicas y políticas que probablemente causará la IA.
En esta misma dirección, el 16 de mayo se celebró la primera audiencia sobre Inteligencia Artificial en el Capitolio de los EE.UU, en la que Sam Altman, cofundador de la compañía OpenAI, responsable de ChatGPT, se presentó antes los miembros de la Comisión Judicial para solicitarles una actuación urgente: “Es esencial regular la inteligencia artificial, y que esas normas garanticen que el público acceda a los muchos beneficios de esta tecnología”. Pero también dijo: “Mi peor miedo es que esta tecnología salga mal. Y si sale mal, puede salir muy mal”.
Dicho así, suena preocupante, pero ¿es posible que todavía estamos a tiempo de ir por el buen camino? Como diría John Connor “El futuro no está establecido. No hay destino. Solo existe el que nosotros hacemos”. Y está claro, siguiendo por el mismo derrotero de las palabras de Altman, es imposible evitar pensar en Skinet y la popular frase del T-800: Hasta la vista, baby.