Perpetuos aprendices

Hace unos días salíamos de una reunión en las oficinas de un cliente, después de participar en una actividad interna y muy específica del sector retail al que pertenece la compañía. Teníamos que irnos de prisa para conectarnos con la matriz internacional de otro cliente del sector del transporte, donde hablaríamos sobre los avances en el cumplimiento de sus objetivos entorno a la sostenibilidad.

Mientras iba conduciendo, procesando lo que acababa de vivir y comenzaba a hilarlo con la siguiente actividad observé que, en el mundo de la consultoría de comunicación, a menudo nos enfocamos solo en lo que ofrecemos a empresas, personas u organizaciones. En una dirección. Destacamos nuestras capacidades para diseñar estrategias y exitosos planes de comunicación y ponemos en valor todo lo que podemos hacer por ellos. Sin embargo, rara vez lo miramos desde el otro lado y pensamos en el invaluable conocimiento específico que cada uno de ellos nos aporta. No es usual, o al menos lo percibo así, reconocer el privilegio que supone para los consultores convertimos en aprendices perpetuos al introducirnos en los diversos sectores y negocios de nuestros clientes.

La esencia de la labor de consultor requiere una inmersión profunda en el mundo de cada cliente y, por tanto, cada proyecto es una ventana abierta al conocimiento en diferentes industrias y sectores. Cada uno representa un nuevo desafío y, a su vez, una puerta de entrada a la comprensión de los matices, tendencias y desafíos específicos de un sector. Desde la tecnología hasta la distribución, desde la salud hasta la alimentación, cada proyecto amplía nuestro horizonte y nos convierte en testigos privilegiados de la evolución de diversas industrias.

Esto nos lleva también un paso más allá: el aprendizaje nos conduce a la innovación. La adquisición continua de conocimiento a través de la interacción con clientes no solo nos enriquece individualmente, sino transversalmente y esto se traduce en un valor añadido para futuros proyectos que abordamos.

La capacidad de comprender los entresijos de diferentes sectores permite una visión holística y la posibilidad de ofrecer estrategias innovadoras que reflejen no solo las tendencias actuales, sino también las futuras.

Así, la consultoría no solo es un servicio, sino un viaje continuo hacia el aprendizaje donde de alguna forma, cada cliente es un maestro, cada proyecto una lección.

Torres y Carrera