Nos estamos acostumbrando a la guerra ¿Se convertirá en otro conflicto olvidado?

Es evidente que nos hemos ido acostumbrando a las imágenes de guerra. Ya no generan el pánico de los primeros días, con una guerra que nadie sabía cómo iba a afectarnos. Pero difícilmente se convertirá en un conflicto olvidado. Ucrania no es un pequeño país de un continente inmenso como África o Asia. Es un país de una considerable extensión y población a las puertas de Europa. Está tan cerca y es tan peligrosa que difícilmente vamos a olvidar que hay guerra en Ucrania, que esa guerra se puede extender a los países bálticos, a Moldavia, incluso a Polonia…

Acostumbrarse a las imágenes, a vivir con una guerra a la puerta de casa, es algo obligado, hasta los ucranianos se han tenido que acostumbrar para poder sobrevivir. No se puede vivir con la adrenalina y el pánico de los primeros días. Pero, aunque la guerra de Ucrania puede convertirse en un conflicto enquistado que dure años, no se convertirá, ni mucho menos, para los europeos, en un conflicto olvidado.

¿El sueño de la gran Rusia de Putin puede llevar el conflicto a otros países?

Mi opinión sobre el presidente ruso Vladimir Vladimirovich Putin no ha cambiado en absoluto. Es más, se ha visto confirmada. Cualquier juicio sobre Putin es pura especulación, pues ni los servicios secretos más poderosos parecen capaces de desentrañar sus pensamientos.
Pero, dentro de su imprevisibilidad, se ha vuelto previsible. Movido por sus afanes de grandeza, a estas alturas parece claro que Putin midió mal la posible resistencia de los ucranianos.
Estoy seguro de que, si hubiera sabido hasta dónde iba a llegar la oposición de los ucranianos y la ayuda material y militar de los países de la OTAN, no habría invadido Ucrania.

Ha quedado al descubierto que, al margen de los anuncios propagandísticos de nuevos misiles hipersónicos, el ejército ruso es un ejército obsoleto, mal preparado, técnica, militar y moralmente. Es muy posible que Putin opte por prolongar indefinidamente el conflicto en vista de que no puede lograr una posición firme y consolidarla en el este de Ucrania. Su objetivo sería que los países occidentales se cansen de enviar ayuda a Ucrania, agobiados por una inflación de guerra. Pero eso también puede jugar en su contra. Rusia puede seguir el camino que llevó la URSS: la asfixia económica, el cansancio y el agotamiento de la población civil rusa que hasta ahora todavía apoya esta guerra.

Pero ¡ojo!, si Putin se ve acorralado seguramente optará por una huida hacia adelante, es decir, atacar en otra parte, en los países bálticos, Moldavia, para volver a generar pánico en Europa y acentuar el cansancio y derrotismo de los europeos. No hay que olvidar que Putin desprecia a los europeos porque cree que son decadentes y en función de eso, puede tomar decisiones agresivas que pueden desencadenar un conflicto mucho más grande que el actual, con la venia de Pekín.

Las sanciones económicas de la UE a Rusia. ¿Realidad o pantomima?

Las sanciones europeas no son ninguna pantomima, pero tampoco han tenido la eficacia que se suponía iban a tener. Desde Bruselas y desde los gobiernos europeos se decía que iban a ser devastadoras para Rusia.

Evidentemente, no lo han sido. Putin venía preparándose desde hace décadas para una autarquía que hasta ahora le ha permitido salvar los muebles. Extraño mucho que hoy por hoy no sepamos verdaderamente cuál es el estado real de la economía rusa. Los medios que están en Rusia nos informan de que los rusos todavía apoyan a Putin mayoritariamente, que están sojuzgados por la propaganda del Kremlin. Pero se han olvidado de salir a la calle y contarnos cuánto vale un kilo de tomates, de patatas o una barra de pan.

Ahí es donde está el secreto del apoyo a Putin. Si gracias a países como Turquía, Irán o Israel, Putin consigue que los rusos todavía puedan comer relativamente bien y barato, entonces los europeos tendrían que pensarse otra vez si las sanciones actuales, que afectan sobre todo a sectores llamados estratégicos, son suficientes. La URSS no cayó por el bloqueo tecnológico, sino por el hambre de la población.

¿Hasta qué punto la gran dependencia energética de Alemania de Rusia ha influido en las acciones emprendidas por el gobierno de Olaf Scholz para apoyar a Ucrania?

Es evidente que hasta que Alemania no se ha sacudido la dependencia del gas ruso con la construcción de las dos plataformas de gas líquido, ha sido muy reticente a enviar ayuda a Ucrania. El primer envío de material militar alemán consistió en 5.000 cascos y botas. Algunos ya pusieron el grito en el cielo. Después, poco a poco, se ha ido enviando material militar cada vez más sofisticado, hasta acabar por aceptar el envío de los panzer Leopard 2.

Un año después, Alemania está plenamente comprometida con la ayuda militar, ha perdido el miedo a Putin, quizá porque ha comprendido que para Putin la frontera no está en el Dniéper, sino en el Elba y el Spree en Berlín Este. Alemania pronto dispondrá de puertos de GLP y está desarrollando a marchas forzadas la economía del hidrógeno. Falta aún tiempo para que se consiga olvidar la dependencia del gas y el petróleo, pero con la voladura de los tubos del Nord Stream ya no hay marcha atrás.

Todavía hay algunos empresarios alemanes nostálgicos de los buenos negocios que se hacían con los oligarcas rusos, pero ese mercado está muerto por muchos años. Alemania ha tenido que reinventarse, y con ella toda Europa.

Eva Rancho | 13 de marzo de 2023