¿Somos solidarios?
Depende. Como buena gallega tengo que decir que todo depende de por qué quieres serlo. Existen muchos tipos de solidaridad y más, en tiempos de crisis. Realmente da igual la magnitud de la tragedia, el tipo de solidaridad siempre se clasifica en las mismas categorías, en base al interés.
La primera de las categorías, y también una de las más abundantes, es la reputacional. Una solidaridad movida por el interés en que tu reputación corporativa mejore especialmente en los momentos más delicados. En este caso, se trata de una solidaridad sesgada y empañada por un objetivo deshumanizado que atiende más a una necesidad de aumentar el ego, que a la ayuda desinteresada.
A continuación, en la segunda categoría, tendríamos la solidaridad fiscal, que es aquella que se realiza por cuestiones económicas, es la más turbia, pero en épocas de crisis y cuando hay necesidad, creo que la realidad de ayudar supera a la dignidad. Podríamos decir que ninguna de estas solidaridades se ajusta a la definición real de la palabra, pero curiosamente, en la RAE, encontramos el término como “adhesión circunstancial a la causa o a la empresa de otros”.
¿Qué pasa entonces con la solidaridad bien entendida? Finalmente, llegamos a la tercera categoría la solidaridad real. Aquella que se hace porque sí, porque te lo pide el cuerpo, porque es tu forma de ser, porque puedes y porque quieres. Es la más sincera, transparente, la más sana y la que además aporta todo lo demás. Una solidaridad que te define como persona o compañía.
¿Compensa ser solidario? Depende, ¿Cómo quieres que te recuerden? ¿Quieres realmente ayudar?, Al final de todo, al final del camino, no te recordarán por cuánto dinero tuviste, o el cargo que representaste, o cómo de famoso eras, si no, cuál fue tu desempeño como persona.
No se trata solo de la cuestión económica, sino de actitud, de voluntad, de qué capacidad tenemos de ayudar en esta crisis global. Nos toca decidir como seres individuales cómo de solidarios queremos ser, cuánto apoyo incondicional desinteresado estamos dispuestos a dar en situaciones difíciles y en este caso, además, por el bien común.
Muchos ya han tenido que responder a esa pregunta. Nace una cuarta categoría. La que está en la sombra, la que no se cuenta, pero es de la que más existe. La de aquellos que sin quererlo se han convertido en solidarios forzosos de una situación a la que llamamos crisis pero que sobrepasa todo lo que podríamos imaginar como tal. A lo mejor, la palabra se nos está quedando corta y tenemos que empezar a llamarlo por su nombre, aunque asuste, aunque duela.
¿Hay una quinta categoría? ¿La solidaridad política? Todavía no cuento con acciones que me permitan analizar este tipo. Tic tac, tic, tac…el tiempo corre…solo tú decides como quieres ser.